la patente de la moto que arrendé para recorrer Phuket, Tailandia

sábado, 23 de enero de 2010

Address in Thailand: ..................

Ni el upgrade a Premium pudo calmar la tensión que siento al estar volando, solo, a un país exótico.

Pasó en El Cairo, pasa hoy en el aeropuerto de Phuket.

11 lucas, que en Tailandia seguro son una millonada, para 40 km de taxi me parecieron bien.

Mi amiga Sofía me dijo que iba a amar a la gente de acá, así que entre esta idea y la de un taxista que quiere propina, me fui adentrando en una isla de motociclistas sin casco, diseño minimalista inexistente y abuso de aire acondicionado (la segunda noche en el cool breeze bungalows tenté a la suerte pagando la mitad por uno sin aire acondicionado).

Iba pensando en la cara del policía internacional cuando le dije que no tenía dirección en Tailandia. "La de su hotel", "no tengo hotel", "¡¿no tiene reserva en hotel?!", "noup". Y entonces en la parte del address de la cartola de ingreso puso Phuket Town con una cara que parecía revelar que aquello no era habitual.

Cambié unos pocos dólares australianos por Bhats -pocos, porque no hay aeropuerto en el mundo que no te pegue un sablazo- y entre los folletos turísticos que sobraban, en ruso y en coreano, elegí no sé porqué el coreano. Tenía mejores mapas y el cirílico me perturba. Por eso debe haber sido.

Bostecé y el taxista sonrió diciendo en inglés -ladrando en inglés- que faltaba poco. Creo que lo suyo era la propina.

Y la comisión.

Porque le pedí ir hasta el bungalow en Kata Beach que Sofía recomendaba por mail, pero dijo no conocerlo así que me llevó a lo que parecía ser una agencia de turismo en la carretera.

Y ahí estaba yo. Con la puerta del taxi abierta, con una promotora pidiéndome que por favor me bajara y que dejara la maleta en el taxi no más.

Nada que hacer. Confié y me atendió un tipo de trato suave y sonrisa desagradable, que intentó convencerme de no ir adonde yo quería ir, sino adonde él quería. Patong. A diez minutos de la playa y si quería llevar a alguien "you met at night" no habría problemas. Traté de sonreír.

Después de varios minutos tratando de convencerme y derrotado me preguntó de donde era, ingresando seguramente en su base de datos turístico-mental que el chileno era medio porfiado.

De vuelta al taxi, mi cara de cansado debió parecerle de disgusto al taxista que, sonriendo, me ofreció un chicle.

"No, thanks" y no volvimos a hablar hasta llegar al bungalow.

9 lucas por una cabaña para tres personas.

Llegué a la playa a ver la puesta de sol. La caminé entera. No sé qué manía tengo, que si no camino una playa entera siento algo inconcluso. Lo noté en Cabo Polonio, última vez que me había dolido el tobillo.

Después de ver al sol y pensar otra vez en los ocho minutos de viaje de la luz, fui a cojear por los puestos de comida y artesanía de Kata. De nuevo, hasta el último puesto.

"Todo tiene descuentos" me dijeron.


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2 comentarios:

  1. la foto con la señalética del elefante, que cool!! saludos pedro viajante, me encantan tus bitácoras, son lo más!

    c.

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